EL CORAZÓN DEL ÁNGEL Y LA CAÍDA DEL LENGUAJE

Los fotogramas que encabezan esta entrada corresponden a una de las escenas descartadas y nunca vistas de la película de Alan Parker “Angel Heart” —basada en la novela de William Hjortsberg “Falling Angel”—, en la cual Harry Angel asesina al guitarrista Toots Sweets por el método de amputarle los genitales con una navaja de barbero embutiéndoselos en la garganta hasta asfixiarlo. Luego, redecora el apartamento del viejo bluesman escribiendo en la pared con sangre la enigmática palabra “TELOCA”.

¿Qué demonios es “TELOCA”?

En principio la palabra no tiene sentido en ningún idioma y tras un rastreo en la red, nadie parece haberla interpretado y relacionado con el film.

El primer intento es tomarla como un anagrama, tal como hizo Rosemary con el mensaje de Hutch en el film de Polanski “La semilla del diablo” (descubriendo que formaba la frase: «todos-son-brujos»).

Así interpretada, “TELOCA” da “ALECTO”. En la mitología griega, Alecto (en griego antiguo Ἀληκτώ, 'implacable') es una de las Erinias (o Furias), hermana de Tisífone (la vengadora del asesinato). Según Hesíodo, era hija de Gea (la Tierra) fertilizada por la sangre derramada por Urano (el Cielo) cuando fue castrado por Crono.

El significado devuelve ecos ominosos pero resulta no obstante algo insatisfactorio, y la respuesta correcta parece encontrarse en un libro bíblico intertestamentario (aquellos no reconocidos por la Iglesia), concretamente en el Libro de Henoc que a tanta gente ha vuelto medio loca. Atribuido por tradición a Enoc, bisabuelo de Noé, en la actualidad se cree que el texto fue redactado por varios autores judíos entre los siglos III y I a. C.

De acuerdo con algunas interpretaciones del Libro de Henoc, existió un antiquísimo lenguaje, anterior a los días de la destrucción de la Torre de Babel, con el que Dios se comunicaba con los ángeles y los hombres: el lenguaje del Edén, una lengua usada y conocida también por los ángeles del Apocalipsis y del Fin de los Tiempos, así como por Satanás y los demonios, que la recuerdan bien, pues ellos, alguna vez, también fueron ángeles.
“Dark basaba sus conclusiones en la lectura de la historia de Babel como una obra profética. Inspirándose fuertemente en la interpretación de Milton de la caída, seguía a su maestro en el hecho de atribuir una desmedida importancia al papel del lenguaje. Pero llevaba las ideas del poeta un paso más lejos. Si la caída del hombre entrañaba también la caída del lenguaje, ¿no era lógico suponer que sería posible deshacer la caída, invertir sus efectos, deshaciendo la caída del lenguaje, esforzándose por recrear el lenguaje que se hablaba en el Edén? Si el hombre podía aprender ese lenguaje original de la inocencia, ¿no se seguía de ello que recobraría un estado de inocencia dentro de sí? Bastaba con mirar el ejemplo de Cristo, argumentaba Dark, para comprender que eso era así. Porque ¿acaso no era Cristo un hombre, una criatura de carne y hueso? ¿Y no hablaba Cristo ese lenguaje anterior al pecado original?

“En ‘El paraíso recobrado’ de Milton, Satanás habla con «engaño de doble sentido», mientras que, en el caso de Cristo, sus «acciones con sus palabras concuerdan, sus palabras / a su gran corazón dan la expresión debida, su corazón / contiene de bondad, sabiduría, justicia, la forma perfecta».

“Por lo tanto, argüía Dark, ciertamente sería posible que el hombre hablase el lenguaje original de la inocencia y recobrase, completa e intacta, la verdad dentro de sí”.
 —Paul Auster. Trilogía de Nueva York: La Ciudad de Cristal
En 1581, a través de visiones y complejas ceremonias, la que por asociación con el Libro de Henoc vino en llamarse lengua enoquiana fue glosada y encriptada en 48 tablillas «sagradas» y 49 tablillas adicionales por John Dee, un notorio matemático, astrónomo, astrólogo, ocultista, navegante y consultor de la reina Isabel I, y por su compañero Edward Kelly, alquimista en la Praga del Renacimiento de dudosa reputación, a quien el rey Rodolfo arrojó a las mazmorras del castillo de Křivoklát.

Actualmente se supone que el enoquiano se usa por algunos satanistas y adeptos a la magia negra, aunque Anton LaVey no incluyó sus claves en su Biblia Satánica y desaconseja su uso.

Edward Kelly era, por cierto, uno de los muchos alias utilizados por Aleister Crowley al firmar sus artículos en The International, la publicación pangermánica editada en Estados Unidos durante la Gran Guerra por el poeta y espía del Reich G.S. Viereck (en la cual también colaboró el luciferino autor Hanns Heinz Ewers; Crowley, por cierto, se desentendería pronto de ella, iniciando un interminable vagabundeo por el país hasta recalar e instalarse en, precisamente, Nueva Orleans, el escenario donde se desarrolla la mayor parte del film de Alan Parker).

Y también es Edward Kelly el nombre usado por uno de los personajes más siniestros de "Angel Heart": el padre millonario de Margaret Krusemark, Ethan Krusemark, que introduce a su propia hija en la magia negra, organiza la ceremonia en la que Johnny Favorite asesina a un soldado sacándole el corazón con una daga, y es luego arrojado vivo por el propio Angel a una gigantesca olla hirviendo de comida cajun.

¿Anda Sam Spade bien encaminado?

Al buscar la palabra “TELOCA” en lengua enochiana, según presuntamente los escritos del siglo XVI de John Dee y Edward Kelly, en efecto encontramos:

TELOC = MUERTE
TELOCA = CONDENADO
TELOCAHE = CONDENACIÓN
TELOCVOVIM = DÍCESE DEL ÁNGEL CAÍDO

El fotograma en cuestión es uno de los cuatro inéditos que han trascendido; los otros tres –alguno extremadamente cruento incluso para un film tan gore y lleno de violencia como “El corazón del ángel”– se pueden ver abajo, y corresponden a las siguientes escenas censuradas:

1. Muerte de Herman Winesap (“¿Winesap? Murió. Un accidente muy feo. Tranquilo Johnny, no habrá luto por un abogado menos en el mundo”). En otra imagen, no lo vemos degollado, sino completamente decapitado.

2. El cuerpo de la atractiva periodista, novia y colaboradora de Harry Angel, aparece quemado entre los escombros de alguna casa.

3. Fotograma de una escena en la que se mostraba a Epiphany Proudfoot quemada viva.


«Qué terrible es la sabiduría que no reporta beneficios al sabio». —Edipo Rey, Sófocles


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